Cuenta la leyenda que en tiempos inmemoriales existía una fuerte rivalidad entre la Pedriza Anterior y Posterior. Y como de esta guisa andaban, llegó el día en que se declaró la guerra entre ambas. Así que todos los riscos se armaron y marcharon a la batalla de las dos Pedrizas. En esta primera confrontación, librada por Los Guerreros con el apoyo de Las Torres, salió ganadora la Pedriza posterior, y para conmemorarlo erigió como signo de su victoria la Peña de la Bota.
Pasó el tiempo y la Pedriza anterior, que tenía cierta amargura por su derrota, fue a la guerra nuevamente, saliendo victoriosa de esta segunda batalla. Como símbolo de su victoria colocó un bastión en el término de sus dominios, que se llamó El Yelmo de Mambrino.
Y para que la paz reinara siempre en la zona, ambas Pedrizas acordaron colocar una gran piedra que marcara los límites de sus dominios, que se llamó el Canto del Tolmo. Además, se erigió también un guardián que velara por esa paz que se llamó El Centinela, el cual, situado en lo alto del Collado de la Dehesilla, vigila desde entonces que se cumpla el tratado acordado por las dos Pedrizas.
En esta ruta que os proponemos es un fascinante recorrido por los entresijos de la Pedriza Anterior, totalmente alejado de las rutas más populares, para conocer algunos de los rincones más intrincados, bellos y escondidos de esta mitad de la Pedriza, y a algunos de los riscos que participaron en aquellas descomunales batallas. Pasaremos por lugares tan hermosos como el Hueco de las Hoces, el Corral Ciego, y la Portilla del Predicador, al tiempo que conoceremos de primera mano riscos como El Cáliz, Peña Sirio, La Maza o El Pan de Kilo.
En esta ocasión no se trata de ascender ninguna cumbre, sino de disfrutar de esos rincones tan mágicos, solitarios y escondidos que existen en la Pedriza por doquier pero a los que muy poca gente se acerca.
La ruta, si bien no presenta excesivas dificultades técnicas, transcurre por terreno abrupto en la mayor parte de su recorrido. Habrá que utilizar las manos y realizar mínimas trepadas y destrepes fáciles en innumerables ocasiones, aptos para cualquiera que esté acostumbrado a salir a la montaña. En definitiva… Terreno pedricero. Nada que no sepamos ya si es que hemos hecho rutas por la Pedriza.